Hoy martes, catorce de abril, se celebra la Proclamación de la República Española, hace ya 84 años, abriendo una vez más el debate sobre la situación de nuestro país en cuanto a la forma de estado más óptima para este.
¿Debe ser España una República? ¿Una Monarquía?, ¿Ha de convocarse un referéndum?… Todas estas preguntas surgidas tras la sucesión de Juan Carlos por el príncipe Felipe no son de relativa importancia en relación con los problemas que ha tenido, tiene y tendrá nuestro país si sigue en esta dirección.
El jefe de Estado es solo una pieza del conjunto de personas de los que los ciudadanos dependemos a diario por una estabilidad política y, sobre todo, económica. Me baso en esta especie de “teoría” en que hay repúblicas que funcionan perfectamente en algunos países, como Estados Unidos o Alemania, prescindiendo de un monarca, mientras que también existen otras naciones que han conseguido una democracia muy estable y un éxito económico exuberante sin prescindir de él, como el Reino Unido o Japón pero por otro lado, por supuesto, hay países que, independientemente de ser republicanos o monárquicos, han fracasado y fracasan a día de hoy. Sí, como nuestro país.
Lo que quiero decir es que lo que creo realmente importante para tener ese auge económico y esa estabilidad política que tanto deseamos es tener unas instituciones fuertes e independientes, con una correcta separación ya que cada una de estas instituciones tiene un papel imprescindible para así poder equilibrar esa balanza económica y para llevar a cabo un funcionamiento del sistema satisfactorio. Para conseguir estos propósitos se necesita también un buen gobierno, que dé la talla, que represente en todos los sentidos al pueblo y que sea consecuente de sus actos, por supuesto. Lo cual, salta a la vista, no tenemos en nuestro país hoy en día.
Por otro lado, la función del Jefe de Estado, ya bien sea monarca o presidente de la república, ha de ser simplemente simbólica.
Alberto Fandos Portella
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