Saltó la liebre. Algunos lo intuían, otros lo sabían y no querían decir nada, otros se divertían haciendo creer a la población que vivían en un país democrático. Pero ya nos hemos enterado: no existe una auténtica democracia en España, por mucho que nos cueste creerlo, comprenderlo o interiorizarlo. Todavía me permito reír ante este asunto que, para nada, tiene un tinte cómico. Pero no puedo evitarlo porque nos han engañado bien (seguramente, muchos dirán ahora que a ellos no se la han colado). Yo diré, sin vergüenza, que a mí sí que me la colaron. Y digo sin vergüenza porque lo han escondido bastante bien y no me siento para nada ruborizado por no haberlo descubierto antes.
Pero ya nos hemos enterado. Han cometido un fallo y ya les tenemos entre nuestras manos. Ahora no se nos escaparán. Son muchas las voces que, de diversa índole, se han alzado en los últimos tiempos para acabar con esta situación de falta de democracia. Podemos nació hace ya un año para darle una vuelta de tuerca a los partidos tradicionales, que creían que se iban a salir con la suya. Ciudadanos se ha erigido también como una alternativa que, desde la experiencia (nació en 2006) y la sociedad, quiere dar un nuevo rumbo a la nación. Ambos desean virarla hacia aguas más tranquilas. Por ello, no es momento de dividir, sino de multiplicar apoyos y de acabar con la bazofia que nos han vendido y que nosotros hemos gustado de comprar.
Y se preguntarán: ¿por qué dice este muchacho todo esto? Pues bien, hoy El País publicó un artículo que nos saca del ensimismamiento. En él, se nos muestra la verdadera cara del poder en España. Un poder ejecutivo que se encarga de doblegar al supuestamente incorruptible poder judicial. Si nos estamos cargando el principio básico de toda democracia (la separación de poderes), ¿cómo podemos hablar de liberalismo? Si buscamos en cualquier manual de política observaremos que uno de los fundamentos de la actual democracia es la separación de los tres poderes conseguidos en las oleadas revolucionarias del siglo XIX:
- El poder legislativo se encargará de crear las leyes y de aprobarlas según los designios del pueblo representado en las Cortes.
- El poder ejecutivo se encargará de poner en funcionamiento las leyes aprobadas por el poder legislativo.
- El poder judicial, independiente de los otros dos, velará por el correcto funcionamiento de las leyes aprobadas por el poder legislativo.
A esto le tenemos que añadir el hecho de que el poder judicial puede, en cualquier momento y sin coacción, actuar en contra de los otros dos poderes en el caso de que estos no cumplan con sus funciones o no cumplan con las leyes que ellos mismos han elaborado. Lo hemos visto recientemente en Argentina, un país que ha visto como un juez imputaba a su presidenta, quien ostenta el poder ejecutivo de la nación, por supuestas irregularidades en una trama de tráfico de influencias.
Ya me han dicho que Argentina no es precisamente el mejor país para compararlo con España: "Argentina no es un país con una democracia estable y consolidada". No puedo decir que esté en desacuerdo, sin embargo, España tampoco es un país con una democracia estable (que no consolidada). Nuestro poder legislativo está incompleto porque el Senado ha perdido por el camino sus funciones, nuestro poder ejecutivo está corrompido y anquilosado, y nuestro poder judicial es maleable y concupiscente. Con este panorama, perdonen que les diga que mi país no es democrático. Y eso debe ser solventado cuanto antes. Por el bien de todos.
No podemos permitir que jueguen con nosotros. No podemos permitir que nos hagan creer que vivimos en una democracia avanzada que nos aporta lo mejor de la mejor manera posible. No podemos callar y aguantar, costumbre castiza, hasta que la solución venga por arte de magia. ¡Jóvenes despertad! ¡Adultos despertad! ¡Jubilados despertad! Se acabó la pesadilla, es hora de salir y demandar. Porque eso es una democracia, que no nos convenzan de lo contrario que eso es lo que quieren: entes vivientes pero no pensantes. El ser humano es un ser racional, es un ser pensante, y como tal tenemos que comportarnos.
La democracia no se va a arreglar sola, tampoco la van a arreglar los mismos que la han destruido. La democracia la arreglaremos nosotros, ciudadanos y ciudadanas del mundo. Porque nuestros antepasados no merecen que su guerra contra el poder absoluto quede en nada, porque no pueden acabar con algo que nos ha costado más de cientocincuenta años conseguir. Hemos logrado grandes cosas cuando nos hemos unido, así que unámonos otra vez para volver a realizar una gesta: democratizar nuestra "democracia".
Christian A. A. S.
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